Este libro examina los errores que suelen cometer las mujeres en sus relaciones de pareja, por ceñirse a un patrón a modo de guión y que le es difícil salirse de él, es decir siempre está representando el mismo guión aunque los actores y la trama sea otra.
Algunas personas suelen atribuir a la mala suerte, al destino en que en su vida siempre se repitan el mismo tipo de relaciones y el destino y la suerte no tiene nada que ver sino es la forma de estructurar las propias relaciones.
El autor señala que como profesor, terapeuta, amigo, pareja ha podido observar durante años la extraordinaria capacidad que tienen las mujeres de complicarse la vida; la manera cómo las mujeres siguen patrones que interpretan en sus relaciones amorosas, estos patrones no son modelos patológicos sino estrategias de acción adquirido a través de la vida y que repite sin tener conciencia de ello; en un principio estas estrategias pudieron funcionar, pero después se convierten en una forma rígida y disfuncional de actuar.
El autor ve que estos guiones pueden encontrar su contraparte en mitos históricos y literarios; la exposición de estos guiones permitirá a las mujeres no sólo comprender sino también actuar ante las trampas que tan bien sabe urdir en sus relaciones y en las que luego terminan atrapadas.
El autor pone este dicho de Epicteto «Acusar a los demás delas desgracias propias es la vía de la ignorancia; acusarse a sí mismo significa comenzar aentender; dejar de acusar a los demás y a uno mismo es la vía de la sabiduría», con lo cuál invita a asumir la propia dosis de responsabilidad en el conflicto. A quien sufre en una relación sentimental le cuesta digerir este concepto.
Sin embargo, la mayoría de las veces, incluso en casos de clamorosa infidelidad, puede observarse una complementariedad entre los dos elementos de la pareja, origen de tal comportamiento indecoroso y aunque en una relación sentimental las responsabilidades no se distribuyan a partes iguales, siempre existe una interacción complementaria. Las víctimas crean sus propios verdugos al igual que los tiranos crean a sus sometidos en un juego de relaciones tipo síndrome de Estocolmo. Así pues, intentar perseguir a un presunto culpable es tan engañoso como que uno de los dos asuma la total responsabilidad de lo que ocurre.
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