Un reciente estudio del BID muestra que en América Latina la existencia de pequeños negocios poco productivos explica por qué mientras países asiáticos han logrado acortar la brecha de ingreso respecto de los países desarrollados, América Latina se ha quedado rezagada.
En dicho estudio, el BID muestra cómo, con los mismos recursos, una empresa latinoamericana de más de 100 trabajadores puede ser el doble de productiva que una de menos de 10 trabajadores. Ser más productiva significa ser capaz de servir mejor a los clientes tanto en calidad como en precio. Las implicancias de este hallazgo son claras si pensamos en la dinámica actual: bodega-supermercado; ferretería-grandes comercializadores de producto de mejoramiento del hogar; farmacias individuales-franquicias de farmacias; panaderías-supermercados; peluquerías de barrio-spas, entre otros.
El estudio del BID nos ha recordado algo obvio que los países latinoamericanos solemos olvidar: la división del trabajo, la especialización y el acceso a herramientas legales, tecnológicas y financieras del que se pueden beneficiar empresas de mayor tamaño son elementos clave para el desarrollo.
Por eso, el objetivo nacional en materia de MYPE debería ser no que hayan más sino que las que queden en el mercado crezcan, sean eficientes, rentables y que tengan posibilidades mínimas de competir de igual a igual en los mercados globalizados. Eso significa, por supuesto, que las empresas que no son económicamente productivas sean absorbidas, transformadas o que sus dueños y trabajadores pasen a trabajar como asalariados formales en empresas más grandes.
Algunos comunicadores sociales señalan, con fines comerciales, que solo la energía de los empresarios?acompañada de la compra de algunos servicios empresariales menores? puede mover una economía de 30 millones de habitantes y conducirla al progreso. Por eso, alientan a los ciudadanos a dejar sus trabajos y formar negocios. El estudio del BID ha dejado en evidencia que esta recomendación es bastante desatinada.
La historia reciente es contundente: abrir un negocio MYPE es un acto de valentía que no tiene el éxito asegurado. Según estadísticas de la SUNAT, al tercer año una de cada tres empresas no logra pasar la barrera del tercer año. Las posibilidades de éxito de cada nuevo emprendedor son, entonces, reducidas, especialmente en segmentos de bajo valor agregado en los que pueden ser fácilmente desplazados por las grandes empresas.
La clave para el progreso de la MYPE está en crecer o en capturar nichos de mercado altamente especializados. Si la MYPE desea permanecer pequeña, entonces debe alcanzar altos niveles de especialización que les permita ubicarse en nichos de mercado con márgenes atractivos. Si, por el contrario, desea seguir en segmentos de bajo valor agregado?formar alianzas, ganar escala y duplicar la calidad del servicio de los grandes negocios, es el camino a seguir. Cualquier solución intermedia no permitirá al país mejorar su productividad y arrinconará a millones de peruanos a seguir trabajando en unidades económicas estériles sin posibilidades reales de crecer y prosperar.
¿Qué puede hacer el Estado? Mucho. El estudio del BID señala que el Estado debe jugar un rol muy importante en el desarrollo de la MYPE. Decir lo contrario es irresponsable.
Las razones son obvias. Una economía es un sistema complejo que podría compararse con el tránsito en una metrópoli. La seguridad, rapidez, confort, eficiencia, limpieza ecológica con la que transiten los automóviles depende de la acción coordinada de múltiples agentes.
El reciente estudio del BID nos ha recordado que las MYPE en Perú son como automóviles con excelentes choferes y motores potentes pero poco eficientes.
Así como en un sistema de tránsito, contar con buenas autopistas, señalización clara y autoridades con capacidad de hacer cumplir las reglas es crucial para alcanzar fluidez y seguridad, en una economía, el Estado debe asegurar que las reglas de convivencia y de intercambio entre los agentes no solo no sean un obstáculo para los emprendedores sino que tampoco permitan el abuso, la corrupción y el fraude.