NOTA RESUMIDA: Las relaciones de familia, de pareja y de amistades podrían verse expuestas al fracaso cuando el trabajo interfiere entre ellas. Al terminar el horario laboral lo único que se desea es la llegada a la casa para descansar lejos de la presión del trabajo, pero como cada día son más las exigencias a nivel empresarial, se acelera el ritmo de vida alterándolo todo, al punto de que las personas no rinden lo suficiente dentro del lugar de trabajo por lo cual optan por culminarlo en casa; mientras otros priorizan tanto sus metas profesionales que se obsesionan y pierden el rastro de lo que un día fue su vida personal, privada.
Afortunadamente, con el seguimiento de algunas normas se puede lograr el equilibrio entre un aspecto y otro, por ejemplo:
- Nunca llevar trabajo para la casa. Si no se pudo culminar algo en la oficina, allí se queda. Siempre habrá otro día para continuar.
- En dado caso, procurar tener en casa un salón destinado y equipado para estudiar o finiquitar asuntos laborales y así no tener que hacerlo dentro de la habitación, pues éste es un espacio sagrado donde jamás deben entrar asuntos de oficina.
- No atender llamadas ni mirar el reloj con insistencia cuando se está en una reunión con la familia, pareja o amigos.
- Cuando se tiene familia (hijos, esposo) lo recomendable es buscar horarios flexibles o por lo menos en corporaciones donde respeten las horas legales de trabajo.